No hace mucho mi hija oyó la palabra futuro y me preguntó qué significaba. Bueno, yo más o menos y con palabras que pudiera entender una niña de tres años, le dije que era lo que iba a pasar. Quedó satisfecha con mi respuesta ‐o al menos eso pienso‐ y siguió jugando.

Seguí pensando sobre el tema del futuro y a mi hija le podría haber dicho que el  futuro era ella.  Un futuro que ya se ha empezado a escribir en ella y en todos los niños actuales. No sé qué mundo les dejaremos los mayores en herencia; se me antoja que en algunos aspectos dejará bastante que desear. ¡Ojalá que aprendan de nosotros lo bueno y no nos imiten en lo malo!

Dentro de unos años ellos tendrán que tomar las riendas de nuestra sociedad, espero que hayamos sabido darles ejemplo de cómo hacerlo. Ahora esos niños y niñas llenan los parques, jugando y derrochando imaginación y alegría.

¡Que no pierdan el optimismo y las ganas de vivir! Cuando nosotros estemos de retirada ellos tomarán el relevo en la construcción del mundo, ojalá sepan limar las diferencias que ahora existen y consigan un mundo digno para todos, donde las violencias se destierren y la paz acompañada de la justicia habiten por siempre. Hija mía, el futuro eres tú, y todas las niñas y niños del mundo. Construid un mundo mejor que el que os habéis encontrado, os lo merecéis.